Si tu bebé tiene reflujo, no te preocupes, el 50 % de todos los bebés lo tienen durante los primeros 3 meses de vida. Pero, ¿qué debes saber y qué ignorar?

Si tu bebé tiene mucho reflujo es posible que tenga un problema.

Mito. Si tu bebé es un “regurgitador feliz” y esto no le afecta, no hay motivo para preocuparse. Sin embargo, si arquea la espalda, está muy irritable o tiene dificultades para comer, consulta al pediatra para descartar algún tipo de reflujo más grave.

El reflujo puede ser parte del desarrollo.

Realidad. Generalmente, el reflujo se debe a que el esfínter que conecta al esófago con el estómago aún debe madurar y desarrollarse. Cuando funciona correctamente, este esfínter mantiene la comida en el lugar que corresponde, sin embargo los bebés de corta edad necesitan tiempo para que el funcionamiento madure. Mientras tanto, es posible que tu pequeño regurgite la comida con frecuencia.

Demasiado reflujo afectará la nutrición del bebé.

Mito. Si tu bebé se ve feliz y su crecimiento en peso y estatura corresponden con los de la tabla de crecimiento del pediatra, no hay motivo para pensar que está perdiendo nutrientes.

Hacer eructar a tu bebé puede evitar el reflujo.

Realidad. Hacerlo eructar durante la comida y después de alimentarlo, puede ayudar a aliviar el aire que se acumula en el vientre, y por lo tanto, disminuir la cantidad de reflujo.

Si tu bebé regurgita mucho, debes acostarlo boca abajo para dormir.

Mito. Los bebés siempre se deben acostar boca arriba para dormir. De este modo se disminuye el riesgo de síndrome de muerte infantil súbita (SMIS). Aun cuando tu bebé tenga mucho reflujo, acostarlo boca arriba es la posición más segura.

Para saber más.

Para conocer las últimas investigaciones sobre reflujo en bebés, lee “Reflujo en bebés: últimas investigaciones médicas”.